Desde muy pequeñas, las personas sienten una fuerte conexión con sus cuidadores (Adsuara, 2020). Sin embargo, estas conexiones no siempre conducen a relaciones adecuadas entre el bebé y su cuidador. Por ejemplo, en los parques se pueden encontrar grandes diferencias entre las relaciones que cada uno de los niños y niñas tiene con sus padres y madres. En correspondencia con Adsuara (2020), esta unión que desarrollan los bebés, desde que nacen, hacia sus cuidadores, es lo que se conoce como apego.
¿Qué es la Teoría del Apego?
El psiquiatra y psicoanalista británico, John Bowlby, fue el primero en describir el apego como un vínculo emocional profundo y duradero que conecta a un individuo con otro a través del espacio y del tiempo (Torres, 2019). El apego, en tanto vínculo y conducta, es innato, instintivo y biológico (Eyras, 2007). En el mismo orden de ideas, John Bowlby planteó una concepción relacional del ser humano, es decir, los niños llegan al mundo dispuestos a establecer una conexión cercana con sus cuidadores (Galán, 2010). Por esto, de acuerdo con Persano (2018), se asume la importancia del entorno en la organización psíquica y el impacto de la separación emocional en el desarrollo psicológico de los bebés.
El eje central de la teoría del apego radica en la reciprocidad de las relaciones tempranas, que será la condición para el desarrollo normal de todos los primates, incluidos los humanos (Persano, 2018). Asimismo, según Eyras (2007), esta teoría es una forma de comprender la tendencia que tienen los seres humanos a establecer fuertes lazos emocionales con personas específicas y explicar los trastornos del estado de ánimo y de la personalidad, que incluyen la ansiedad, la ira, la frustración y la depresión, que conducen a la separación involuntaria y a la pérdida de seres queridos.
Igualmente, ésta es una teoría sobre la importancia del apego en la estructura psicológica de los infantes en su desarrollo emocional, en la obtención de seguridad, en la confianza y en la comodidad (Persano, 2018). De la misma manera, de conformidad con Eyras (2007), implica la tendencia que tienen los seres humanos, a establecer una conexión emocional íntima con determinadas personas, lo que se considera una parte básica de la naturaleza humana, que existe desde que el bebé nace, y continúa durante todo el ciclo vital.
Esta búsqueda de proximidad por parte del niño o de la niña es el resultado de una serie de actividades del sistema conductual, en las que el niño o la niña intenta mantenerse cerca de la figura de apego (Eyras, 2007). En correspondencia con Eyras (2007), estas conexiones se establecen con los cuidadores de la infancia, a los que usualmente el niño o la niña recurren buscando protección, consuelo y apoyo.
En pocas palabras, el apego se refiere a los lazos emocionales que las personas forman con otros individuos a lo largo de la vida (Corbin, s.f.). En el curso de la evolución, los sujetos establecerán, mediante la conducta de apego, vínculos afectivos, primero entre el infante y el adulto y luego, entre adultos (Eyras, 2007). Sin embargo, aunque las conexiones aún existan en la adolescencia y en la vida adulta, estas son además, complementadas con nuevos vínculos. Por esto, de acuerdo con Eyras (2007), se dice que la conducta de apego es estable y flexible, puesto que, durante el ciclo de vida se forman otros nuevos vínculos, que son tan importantes como aquellos iniciales.
Figura de Apego
En la base de este concepto está la noción del rol de padre o madre, el cual, no se refiere a la figura específica, puesto que, si por alguna razón estos están ausentes, quién desempeña este rol, sería la persona que cumple la función de figura de apego (Eyras, 2007). En correspondencia con Persano (2018), este concepto se define como aquella persona que puede satisfacer las necesidades del infante.
La disponibilidad no es temporal, puesto que, la figura de apego debe estar disponible emocionalmente y debe tener una respuesta empática hacia el niño en todo momento (Persano, 2018). Esto se debe a que, según Cobo (2020), el comportamiento de la figura de apego da lugar a los diferentes patrones o estilos de apego que acompañarán al niño o a la niña a lo largo de su vida, así, se generarán diferencias en la forma en la que los individuos se comportan y se relacionan con sí mismos y con el medio ambiente.
Por otro lado, cabe recalcar la importancia de la permanencia de los niños cerca de una figura de apego, puesto que, estos se sienten más cómodos y protegidos y, por lo tanto, es más probable que sobrevivan hasta la edad adulta (Torres, 2019). En consecuencia, en correspondencia con Persano (2018), para el desarrollo de la personalidad, es fundamental que el niño tenga una figura de apego significativa en los primeros años.
Base Segura
La figura de apego es la persona que desempeña el rol y la base segura es la función, por ejemplo, la organización puede ser una base segura, pero no una figura de apego (Eyras, 2007). Proporcionar una base segura para los niños y los jóvenes es la clave para que puedan aventurarse al mundo exterior, tener confianza en el proceso y volverse más estables emocionalmente. Según Eyras (2007), si las personas creen que tienen a alguien en quién pueden confiar cuando hay un problema o con la que pueden compartir sus momentos felices, entonces se desarrollarán mejor sin importar la edad que tengan.
Hay dos factores principales que tienen que darse para que las personas se apeguen a una base segura; los internos y los externos o los del medio ambiente (Eyras, 2007). El primer factor es la capacidad del niño o de la niña para reconocer si otro individuo es digno de su confianza. En correspondencia con Eyras (2007), el segundo implica la disponibilidad de la persona digna de la confianza suministrada, dispuesta a proporcionar la base segura requerida para cada etapa del ciclo evolutivo.
Los dos canales de intercambio, el externo y el interno, funcionan en una interacción circular y compleja (Eyras, 2007). La base de la seguridad significa continuidad de potencial apoyo, puesto que, la relación entre los sujetos dura muchos años. Asimismo, en el curso de un funcionamiento saludable, la persona tiende a identificar las figuras apropiadas, las cuales, pueden proporcionar una base segura y desarrollar la capacidad de cooperación, llevando a interacciones gratificantes. En pocas palabras, conforme con Eyras (2007), se puede decir que la función básica de la base segura es brindar protección, confianza y seguridad.
Conducta de Apego
Se entiende por conducta de apego cualquier forma de comportamiento que haga que una persona se ponga en contacto o se mantenga cerca de otra persona distinguida y preferentemente individual y que es considerada, en general, como más fuerte y/o más sabia (Eyras, 2007). En pocas palabras, en correspondencia con Cobo (2020), la conducta de apego son todos aquellos comportamientos que presenta el bebé, que le permiten mantenerse cerca de la figura de apego desde que nace.
Siempre que la figura de apego permanezca accesible y receptiva, este comportamiento puede incluir una inspección visual o auditiva de su ubicación, así como un intercambio ocasional de miradas y saludos (Eyras, 2007). Sin embargo, según Eyras (2007), en algunos casos también se observa aferramiento a la figura de apego, así como una tendencia a llamar o a llorar, conductas que suelen mover a la figura de apego para brindarle los cuidados necesarios al niño o a la niña.
Este vínculo es permanente, puesto que, se mantiene en el tiempo; en tanto que las diversas conductas de apego que lo constituyen sólo están activas cuando es necesario (Eyras, 2007). Por ejemplo, de conformidad con Eyras (2007), cuando se refiere a que la conducta exploratoria se activa cuando disminuye el apego, quiere decir que es necesario que haya un apego seguro para que la conducta exploratoria exista, puesto que, la conducta de apego se activa en un tiempo y en un espacio determinado, donde el niño o la niña se siente lo suficientemente seguro como para explorar y olvidar temporalmente al cuidador.
La conducta de apego se activará siempre que ocurra algo extraño o inesperado para niño o para la niña, como por ejemplo, una separación repentina con la figura de apego, un ruido amenazador, entre otros (Eyras, 2007). Según Eyras (2007), también se activa por factores internos, como por ejemplo, el cansancio, el hambre, cualquier enfermedad, entre otros y solo se desactiva en determinadas circunstancias cuando el niño o la niña se encuentra en un entorno conocido y tiene la posibilidad de contar con la figura de apego y con su respuesta.
Cuando estos comportamientos de apego se activan y la figura de apego no está con el niño o con la niña para satisfacer sus necesidades, se puede desatar la respuesta de ansiedad (Cobo, 2020). Sin embargo, Cobo (2020) menciona que si se da el caso contrario, una leve respuesta del infante podría indicar que ha sido sometido a situaciones de ausencia anteriormente, ya sea por amenazas de abandono o por denegación de cuidados.
Sensibilidad Materna
En cuanto a la sensibilidad materna, se asume que la señal enviada por el niño está correctamente decodificada, esto significa que el cuidador puede comprender intuitivamente lo que le pasa al niño o a la niña y ser capaz de satisfacerlo (Eyras, 2007). En pocas palabras, la sensibilidad materna se entiende como la capacidad del cuidador para tomar conciencia, interpretar y responder adecuadamente a las necesidades del niño o de la niña (Cobo, 2020). Cuando los niños o las niñas se sienten desamparados, se sienten deprimidos y, por lo general, esto se expresa a través del llanto, lo que implica una señal de auxilio para el cuidador (Persano, 2018). De acuerdo con Persano (2018), si el cuidador no acude al niño o a la niña, este caerá en un estado de decepción, que se manifiesta por una caída del tono emocional.
La reacción sensible del cuidador es el mejor predictor de la seguridad del apego en el primer año de vida (Eyras, 2007). Asimismo, la lejanía y las actitudes de rechazo hacia los niños y niñas, especialmente en términos de contacto físico, son predictores de patrones de conductas de evitación (Eyras, 2007). De acuerdo con Eyras (2007), cabe recalcar la importancia de la interacción social para fortalecer la interacción entre los niños y las figuras de apego.
Referencias
Adsuara, G. (2020). Teoría del APEGO: Tipos y Desarrollo. psicologia-online.com. Recuperado 19 July 2021, a partir de https://www.psicologia-online.com/teoria-del-apego-tipos-y-desarrollo-4875.html
Cobo, M. (2020). TEORÍA DEL APEGO: CÓMO SE FORMA EL ADULTO EMOCIONAL. Repositorio.unican.es. Recuperado 19 July 2021, a partir de https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/19899/COBO%20GARCIA%2C%20MARIA.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Corbin, J. La Teoría del Apego y el vínculo entre padres e hijos. Psicologiaymente.com. Recuperado 19 July 2021, a partir de https://psicologiaymente.com/desarrollo/teoria-apego-padres-hijos
Eyras, M. (2007). La Teoría del Apego: Fundamentos y Articulaciones de un Modelo Integrador. Obtenido 14 Octubre 2020, de http://magix.ucu.edu.uy:8086/opac9/doctesis/psicologia/54287.pdf
Galán, A. (2010). Obtenido 14 Octubre 2020, de https://www.redalyc.org/pdf/2650/265019471003.pdf Persano, H. (2018). La Teoría del Apego. Obtenido 14 Octubre 2020, de https://www.researchgate.net/publication/338825868_La_Teoria_del_Apego
Torres, N. (2019). ¿En qué consiste la Teoría del Apego?. Obtenido 14 Octubre 2020, de https://www.psicoactiva.com/blog/consiste-la-teoria-del-apego/
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