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La Teoría Aristotélica de las Emociones

Actualizado: 13 feb

Se han debatido las cuestiones sobre las emociones desde tiempos antiguos, siendo Aristóteles un destacado contribuyente al tema (Garcés & Giraldo, 2017). Aunque no formuló explícitamente una teoría de las emociones, dejó esbozos dispersos en varios de sus tratados (Trueba, 2009). Por tanto, Aristóteles emerge como el pionero en intentar explicar racionalmente las emociones (Quintanilla, 2007). Para algunos, esto podría sonar inusual o incluso imposible, ya que las emociones solían considerarse fuerzas inexplicables y casi mágicas. Al atribuirlas a los dioses, las emociones eran vistas como incontrolables e incluso irracionales, existiendo en un plano distinto e inconmensurable con lo racional. Sin embargo, Aristóteles busca una explicación racional al integrar elementos cognitivos, como las creencias presentes cuando las personas experimentan emociones (Quintanilla, 2007). Así, según Trueba (2009), el análisis aristotélico de las emociones responde a un interés filosófico particular y aborda problemas específicos.

En el tratado "Del Alma", el enfoque se centra en la relación entre las afecciones del alma y el cuerpo (Trueba, 2009). Aristóteles se enfrenta al dilema de determinar si existe un acto o una afección exclusiva del alma, prestando especial atención a las pasiones y basándose en las teorías más reconocidas de su época. En correspondencia con Trueba (2009), en los tratados éticos, Aristóteles aborda las pasiones en el contexto de su doctrina de la virtud, mientras que en "La Poética", lo hace en relación con su análisis de la tragedia patética.



Entre Cuerpo y Alma: El Enigma de las Emociones

En el tratado "Del Alma", se aborda el tema de las pasiones o emociones relacionadas con la cuestión de si existe algún acto o afección del alma que sea propio de ella (Trueba, 2009). Las teorías contemporáneas sugieren dos definiciones opuestas acerca de las emociones: para los físicos, son fenómenos corporales, mientras que para los dialécticos, son fenómenos dianoéticos o mentales. Aristóteles rechaza ambos puntos de vista, considerándolos explicaciones parciales. el primero se enfoca solo en el principio material de las afecciones, y el segundo atiende únicamente al principio formal. En este sentido, Aristóteles cuestiona la concepción dialéctica de las emociones debido a que las afecciones del alma parecen manifestarse en el cuerpo, como el valor, la dulzura, el miedo, la compasión y el atrevimiento, así como la alegría, el amor y el odio. El cuerpo se ve afectado en estos casos simultáneamente. Sin embargo, según Trueba (2009), este juicio se basa en la observación y la experiencia.

Aristóteles argumenta que la definición de una cosa reside en su forma específica de cada cosa y su existencia implica que ha de darse necesariamente en tal tipo de materia (Trueba, 2009). Este argumento se basa en su teoría de las causas o de los primeros principios y en su teoría de la definición, donde menciona que esta debe enunciar la esencia de las cosas, lo cual no ocurre separada de la materia. Ambas teorías están ligadas a su concepción hilemórfica de lo real (Trueba, 2009). Por lo tanto, para el estagirita, las emociones se generan en el alma y van acompañadas de placer y dolor; la cuestión del alma no surge en relación con las convicciones religiosas, sino que se incorpora a la explicación del fenómeno de la vida desde un punto de vista naturalista (Garcés & Giraldo, 2017). En correspondencia con Garcés & Giraldo (2017), Aristóteles agrega que todas las emociones generadas en el alma crean movimiento, concluyendo que el alma también se mueve.

Aristóteles continúa con la reflexión sobre el alma y señala que la relación entre las emociones y el movimiento no es necesaria (Garcés & Giraldo, 2017). Aunque las experiencias emocionales como la tristeza, la alegría y el pensamiento son esencialmente movimientos, todas ellas implican ser movido. Concluye que el ser humano sirve al alma al experimentar estos sufrimientos, considerando el alma como el medio a través del cual se realizan o sienten cosas. Así, las emociones se desarrollan como movimientos en el alma, algunas veces se originan allí y otras veces se dirigen hacia allí. Este enfoque subraya que las emociones no son meramente sensaciones psíquicas, sino también somáticas (Garcés & Giraldo, 2017). Según Trueba (2009), esto se demuestra por el hecho de que, a veces, a pesar de las excitaciones violentas y palpables, no se genera ni ira ni miedo, mientras que en otras ocasiones, bajo la influencia de excitaciones pequeñas e imperceptibles, se produce la conmoción.



La Esencia de Placer y Dolor

Aristóteles sostiene que las pasiones suelen ir acompañadas de sensaciones de placer y/o dolor, implicando alguna alteración o turbación psicofísica (Trueba, 2009). Por ejemplo, los placeres y dolores suelen ir acompañados de calor y frío en alguna parte o en todo el cuerpo. Por consiguiente, las sensaciones de placer y dolor desempeñan un papel crucial en la concepción aristotélica de las emociones. Por consiguiente, las sensaciones de placer y dolor ocupan un lugar relevante en la concepción aristotélica de las emociones. En la "Ética a Nicómaco", las emociones se definen principalmente como afecciones que van acompañadas de placer o dolor. Por ejemplo, de acuerdo con Trueba (2009), Aristóteles nombra pasiones al deseo, la cólera, el miedo, la osadía, la envidia, la alegría, la bondad, el odio, el anhelo, la estimulación, la compasión y, en general, a todas las afecciones vinculadas al placer o al dolor.

La definición anterior tiene un parecido con el comentario de "La Retórica", aunque no constituye una definición general de las emociones (Trueba, 2009). Para Aristóteles, las emociones son lo que motiva a las personas a cambiar sus juicios y volverse volubles, ya que de ellas se derivan el dolor y el placer. Sin embargo, no son dos rasgos aislados, sino complementarios: las personas cambian de opinión debido al placer o al dolor que experimentan en sus emociones, al mismo tiempo que sienten placer o dolor junto con el juicio que hacen (Cruz, 2012). Ahora bien, para comprender cada emoción, es necesario distinguir tres aspectos: en qué estado están aquellos que experimentan la emoción, contra quienes suelen dirigir esa emoción y en qué circunstancias (Garcés & Giraldo, 2017). Según Garcés & Giraldo (2017), si se cuenta solo con uno o dos de estos aspectos, pero no todos, no es posible que la emoción se inspire.

Por otro lado, la relación entre las pasiones y las sensaciones de placer y dolor es un aspecto relevante de la naturaleza psicofísica de las emociones que ha generado discusiones (Trueba, 2009). Aristóteles retoma en su tratado de "La Retórica" la concepción platónica de las emociones como afecciones mixtas acompañadas de placer y dolor. Aunque, en la "Ética a Nicómaco", no enfatiza tanto la naturaleza mixta de las emociones. La diferencia va más allá de una simple cuestión de énfasis, ya que la tesis aristotélica aparece formulada de manera significativamente diferente en la "Ética a Nicómaco". En correspondencia con Trueba (2009), la conjunción sirve de base para considerar que Aristóteles no implica que las emociones en general involucren a ambas sensaciones en todos los casos.

Por un lado, está claro que no todas las emociones implican una combinación de placer y dolor (Trueba, 2009). Algunas, como la compasión, vergüenza, miedo, envidia e indignación, se definen como afecciones dolorosas. La vergüenza se define como un pesar relacionado con vicios pasados, presentes o futuros, que lleva a la pérdida de reputación. Por otro lado, Aristóteles sostiene que el odio, a diferencia de la ira, no conlleva aflicción ni dolor, contradiciendo la idea platónica de emociones como afecciones mixtas. De esta manera,  La Retórica define muchas emociones como formas de pena o dolor, aunque algunas de estas pueden ir acompañadas de placer, como el miedo con la esperanza de salvación o la ira con la posibilidad y deseo de venganza. Esto no significa que los placeres que acompañan a estas afecciones dolorosas sean, de hecho, un ingrediente de ellas en el sentido de sentimientos mixtos. Según Trueba (2009), en lugar de describir las emociones como una mezcla de placer y dolor, se debería hablar de mezclas de emociones.



Las Emociones y las Creencias

Muchas de las definiciones aristotélicas de las emociones están vinculadas a opiniones o creencias específicas (Trueba, 2009). Sostiene que ciertos juicios provocan emociones particulares, mientras que otros juicios excluyen ciertas emociones (Trueba, 2009). Por ejemplo, las personas no emiten los mismos juicios cuando experimentan tristeza o felicidad, o cuando experimentan amor en comparación con el odio (Quintanilla, 2007). Para Aristóteles, las creencias son tan fundamentales para las emociones que el criterio para su distinción radica precisamente en las creencias distintivas asociadas a ellas. Por ejemplo, en correspondencia con Quintanilla (2007), la distinción entre el miedo y la tristeza radica en que, en el primer caso, la persona cree que enfrentará un gran daño, mientras que en el segundo caso, la persona cree que ya ha experimentado un gran daño, ya sea a sí misma o a otra persona.


Referencias

  1. Cruz, M. (2012). Aristoteles y Las Emociones. 1library.co. Recuperado 6 July 2021, a partir de https://1library.co/document/zlvx45gy-aristoteles-y-las-emociones.html

  2. Garcés, L., & Giraldo, C. (2017). Emociones en Aristóteles: Facultades anímicas en la formación de las opiniones y de los juicios. Redalyc.org. Recuperado 6 July 2021, a partir de https://www.redalyc.org/journal/4137/413755833007/html/

  3. Garcés, L., & Giraldo, C. (2017). Las emociones y las pasiones en Aristóteles: conceptualización e interpretación. Revistaespacios.com. Recuperado 6 July 2021, a partir de https://www.revistaespacios.com/a18v39n04/a18v39n04p26.pdf

  4. Quintanilla, P. (2007). LA CONQUISTA ARISTOTÉLICA DE LAS EMOCIONES. Spp.com.pe. Recuperado 6 July 2021, a partir de http://spp.com.pe/wp-content/uploads/2019/12/Quintanilla_5.pdf

  5. Trueba, C. (2009). La teoría aristotélica de las emociones. Scielo.org.mx. Recuperado 6 July 2021, a partir de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-13242009000200007

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