La pérdida de un ser querido constituye un evento que tiene el potencial de ser tanto traumático como angustiante, especialmente cuando esta pérdida se produce de manera inesperada (Mitjana, 2022). Este proceso se vuelve aún más complejo si la persona fallecida es el cuidador, ya que la muerte del padre o de la madre genera un punto de inflexión en el destino de aquellos que han vivido esta dolorosa experiencia de despedida, una experiencia que es compartida por todos los seres humanos en algún momento de sus vidas (Mitjana, 2022; Nicuesa, 2024). De acuerdo con Nicuesa (2024), en una situación de esta naturaleza, los hijos y demás familiares experimentan la sensación de que no han contado con el tiempo necesario para asimilar lo sucedido.
Entendiendo el Proceso de Duelo
Antes de abordar los recursos que pueden desplegarse para gestionar emocionalmente la pérdida de un ser querido, resulta fundamental comprender el proceso de duelo (Mitjana, 2022). En el contexto de una pérdida, las personas atraviesan una serie de etapas del duelo, aunque existen diferencias en el desarrollo de este proceso, pues, dependiendo de múltiples circunstancias, es posible que algunas permanezcan más tiempo en ciertas etapas que en otras, e incluso, en ocasiones, regresen a una etapa anterior. En ciertos casos, como cuando existen enfermedades previas, es factible que se desarrolle un proceso de duelo anticipado, lo cual permite a los sobrevivientes enfrentar el dolor asociado a este proceso y, posteriormente, seguir adelante tras el inevitable desenlace. No obstante, según Mitjana (2022), en situaciones donde este duelo anticipado no es posible, especialmente cuando la pérdida ocurre de manera repentina, las dificultades para asimilar el suceso aumentan significativamente, complicando el proceso emocional.
La Irrealidad de la Pérdida Súbita
La característica más destacada de una muerte inesperada es la lucha con la sensación de irrealidad (Pastor, 2014). Es frecuente que, después de un fallecimiento repentino, el doliente no experimente el dolor de la pérdida de inmediato. Cuando se observan reacciones de serenidad sostenida o de gran tranquilidad en quienes acaban de perder a un ser querido, tales reacciones suelen atribuirse a la frialdad o incluso a una fortaleza, ya sea entendida de manera positiva o negativa, pero en cualquier caso, sorprenden. Estas reacciones a menudo derivan de mecanismos de defensa básicos que protegen del dolor. Las personas no pueden afrontar lo que no están preparadas para soportar. Estos mecanismos internos de protección permiten que la mente y el cuerpo procesen lo ocurrido. Son mecanismos biológicos esenciales. Conforme con Pastor (2014), cada individuo tiene sus propios tiempos para enfrentar la realidad de la muerte, tiempos que deben ser respetados.
Afrontar la Pérdida Inesperada
Cuando alguien enfrenta la pérdida repentina de un ser querido, es probable que el doliente necesite más tiempo para asimilar lo ocurrido, y su energía se enfocará principalmente en este proceso, en lugar de en otros asuntos (Pastor, 2014). Durante este tiempo, el doliente experimentará angustia, dolor, falta de comprensión sobre lo sucedido e incluso una sensación de inseguridad. La muerte siempre resulta difícil de asimilar, y la sensación de irrealidad puede alternar de manera intermitente, ya que forma parte del proceso de aceptación. Cuando la muerte ocurre de manera repentina, la tarea de adaptación se vuelve aún más complicada. De acuerdo con Pastor (2014), es común escuchar a los dolientes que han experimentado una pérdida repentina describir cómo la realidad los golpea de repente, en oleadas, alternándose con la sensación de irrealidad y la impresión de estar viviendo una pesadilla.
Estrategias Para Afrontar la Muerte Repentina
Para afrontar la muerte repentina de un cuidador, es esencial aclarar que no existen fórmulas mágicas, sino estrategias útiles que, en conjunto, proporcionan apoyo en el proceso (Mitjana, 2022). A pesar de la habilidad que una persona pueda tener para manejar situaciones emocionales, es probable que enfrente un dolor profundo y una significativa sensación de pérdida de control sobre los eventos que ocurren. Además, de acuerdo con Mitjana (2022), dado que los padres suelen ser las primeras figuras de apego, es común sentir un gran desamparo ante su pérdida.
Atravesar las Fases del Duelo
En el contexto actual, resulta fundamental experimentar cada una de las fases del duelo de Elisabeth Kübler - Ross (Mitjana, 2022). Conforme con Mitjana (2022), es crucial comprender el proceso para transitar adecuadamente por cada fase del duelo, ya que estas fases no se presentan de manera lineal, sino que siguen un patrón cíclico, repitiéndose con el tiempo hasta que se alcanza la integración de la pérdida, en lugar de la mera "superación" de la misma.
La primera etapa es la negación, la cual se manifiesta cuando se recibe la noticia del fallecimiento de un ser querido y se experimenta una incapacidad para procesar dicha información (Mitjana, 2022). En este momento, la mente intenta distanciarse de la realidad como una forma de protección. Durante esta etapa, es común experimentar una sensación de shock que impide conectar con la situación actual. Asimismo, se puede experimentar una sensación de incredulidad respecto a los eventos ocurridos y una sensación de irrealidad, como si el acontecimiento fuera un sueño. Es importante que se permita sentir todas las emociones sin apresurarse. Finalmente, según Mitjana (2022), esta fase de shock eventualmente se superará.
Una vez que se ha pasado la etapa de negación, es común que la ira se manifieste, y es precisamente en este momento cuando las emociones tienden a desbordarse, lo que con frecuencia resulta en una confusión sobre cómo gestionarlas adecuadamente (Mitjana, 2022). Es crucial comprender que, en esta fase, la rabia tiende a emerger con fuerza, y es importante permitir que esta emoción se exprese, siempre y cuando se encuentren maneras adaptativas para canalizarla de manera adecuada. Por tanto, según Mitjana (2022), resulta fundamental reconocer que la ira forma parte integral del proceso; sin embargo, es igualmente esencial ser conscientes de su presencia para evitar que esta se dirija hacia otras personas, lo cual podría causar heridas que, en el futuro, podrían convertirse en una carga emocional.
Tras la tormenta provocada en la etapa anterior, se presenta la fase de negociación, la cual se asemeja a una especie de tregua que las personas intentan establecer mientras procesan lo ocurrido (Mitjana, 2022). Durante esta fase, los individuos buscan negociar con una fuerza superior, ya sea Dios, el universo, o alguna entidad de su creencia, con la esperanza de que la muerte pueda revertirse. En esta etapa, los pensamientos se concentran en la ilusión de que es posible deshacer lo que ya ha sucedido. Esta fase suele tener una duración muy breve. Es importante que se otorgue permiso a uno mismo para transitar por esta fase, ya que es normal que la mente busque negociar con el dolor y con lo sucedido. En ocasiones, de conformidad con Mitjana (2022), esta negociación es una búsqueda inconsciente de respuestas.
Cuando se toma conciencia de que no es posible revertir el tiempo, se presenta la etapa siguiente, la cual corresponde a la depresión, fase en la que la tristeza invade por completo a la persona (Mitjana, 2022). Tras haber experimentado el tumulto emocional previo, la depresión provoca una caída en el estado anímico de la persona. Es común que muchas personas intenten acelerar esta etapa, percibiendo la depresión como algo exclusivamente negativo; sin embargo, esta percepción no es correcta, ya que dicha etapa es esencial para poder atravesar un proceso de duelo de manera saludable. No obstante, en correspondencia con Mitjana (2022), es crucial prestar atención para evitar que la persona quede atrapada en esta fase, lo que podría impedir el avance necesario en el proceso de duelo.
Finalmente, después de atravesar todo el proceso de dolor y sufrimiento, se llega a la etapa de aceptación (Mitjana, 2022). Esto, de conformidad con Mitjana (2022), no implica que el fallecimiento de un ser querido deje de generar sufrimiento, sino que se desarrolla una capacidad para aceptar dicha pérdida, comenzando a comprender y asimilar la nueva realidad que se presenta sin la presencia de esa persona tan querida a su lado.
Entender que Cada Duelo es Único
Así como cada persona posee características únicas, la relación entre un cuidador y su hijo también presenta diferencias específicas (Nicuesa, 2024). En consecuencia, el proceso de duelo que sigue a la pérdida es un recorrido individual y exclusivo para cada persona. Es crucial que cada individuo acepte el duelo de manera personal y busque métodos propios para gestionarlo de forma efectiva. Entre las diversas formas que pueden ser útiles para sobrellevar esta experiencia, se encuentran desde la escritura de una carta, hasta la posesión de un objeto especial, como una fotografía, una prenda de vestir, o una joya, permitiendo así sentir la presencia simbólica de su padre o madre, como podría ser el caso de las joyas diseñadas para guardar cenizas (Nicuesa, 2024). Además, la guía "Una Persona Importante ya no Está" puede ser una herramienta valiosa en este proceso, proporcionando un espacio para explorar y expresar los sentimientos asociados con la pérdida, ayudando a honrar la memoria de la persona fallecida mientras se avanza en el proceso del duelo.
Buscar Apoyo Social
El peso de la tristeza es tan intenso que resulta positivo buscar apoyo en el entorno cercano, como amigos y familiares, quienes, a través de su presencia y compañía, brindan consuelo a quienes atraviesan esta situación (Nicuesa, 2024). En tales momentos, el corazón de cada persona indicará con quiénes se siente más cómodo. A veces, aquellos que observan una situación de este tipo desde una perspectiva externa desean ayudar al afectado pero no están seguros de cómo hacerlo, ya que desean respetar su intimidad en un momento tan personal. Por esta razón, según Nicuesa (2024), es crucial expresar las necesidades para que quienes rodean al doliente puedan entender mejor cómo ofrecer su apoyo en estos momentos.
Entender el Papel del Tiempo
La falta de tiempo que tuvo la familia para despedirse o prepararse para el adiós antes de la muerte del fallecido es especialmente relevante en el momento posterior (Nicuesa, 2024). Cada hijo requiere su propio proceso de duelo para experimentar lo ocurrido, llorar la ausencia y seguir adelante. El tiempo es crucial para vivir la vida desde la nueva perspectiva que implica la pérdida de un ser querido. En situaciones como esta, más allá de cualquier teoría, el hijo encuentra su propio camino a través de la experiencia práctica. Aunque el tiempo es un factor vital, no se debe abordar desde una perspectiva impaciente de querer cerrar el ciclo lo antes posible. Conforme con Nicuesa (2024), cada individuo tiene un proceso único de duelo frente a una pérdida significativa.
Cuidar el Diálogo Interior
La muerte genera una profunda incomprensión a nivel humano, especialmente cuando se experimenta de manera tan cercana (Nicuesa, 2024). En tales circunstancias, el ser humano, al intentar encontrar razones para lo sucedido, puede llegar a pensar que se sentiría mejor si las circunstancias del fallecimiento hubieran sido diferentes. La realidad es que la pérdida de un cuidador, sin importar el proceso en que haya ocurrido, deja una sensación profundamente humana, como la de sentir que quedaron muchas cosas por decir. En el caso de una muerte inesperada, las preguntas se multiplican debido a la naturaleza impredecible de la situación. Las personas pueden preguntarse: ¿Qué le hubiese gustado decirle? Quizás, en correspondencia con Nicuesa (2024), se pueden expresar esos sentimientos a través de una carta o un poema.
Retomar la Rutina
La vida de una persona cambia de manera inevitable cuando experimenta una pérdida de este tipo, transformando su mundo interior (Nicuesa, 2024). Sin embargo, al retomar sus compromisos tanto profesionales como personales, puede encontrar en la zona de confort habitual un anclaje al que aferrarse. En estos momentos, de conformidad con Nicuesa (2024), la sensación de seguridad que ofrece la rutina previsible resulta ser terapéutica, ya que el diálogo interior sobre la brevedad de la vida y lo imprevisible del destino se convierte en un eco constante.
Aunque no siempre resulte necesario, Nicuesa (2024) menciona que, en ciertos casos es altamente recomendable que una persona tome la iniciativa de solicitar ayuda, ya que a través de un proceso psicoterapia individual, el doliente puede encontrar en el entorno terapéutico un espacio en el cual compartir aspectos emocionales de sí mismo que no divulga a otros amigos y familiares.
Referencias
Mitjana, L. R. (2022, marzo 12). Cómo Gestionar Emocionalmente la Muerte Repentina de un Padre. La Mente es Maravillosa. https://lamenteesmaravillosa.com/como-gestionar-emocionalmente-muerte-repentina-padre/
Nicuesa, M. (2024, julio 11). Cómo Superar la Muerte Repentina de un Padre. Psicologia Online. https://www.psicologia-online.com/como-superar-la-muerte-repentina-de-un-padre-4052.html
Pastor, P. (2014, mayo 22). El Duelo por una Muerte Inesperada. Fundación Mario Losantos del Campo. https://www.fundacionmlc.org/duelo-muerte-inesperada/
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