El tema de la muerte sigue siendo un tabú en la sociedad, especialmente cuando se trata de discutirlo con un niño o con una niña (Francisco, 2018). En muchos casos, cuando un ser querido o un amigo se enferma o fallece, los niños son a menudo apartados sin recibir una explicación clara de lo que está ocurriendo.Esta práctica se extiende incluso a los casos en los que es el propio niño quien está enfermo o en fase terminal, con algunas familias optando por no proporcionarles información sobre su situación. Por lo tanto, de conformidad con Francisco (2018), es común que los niños se sientan confundidos frente al concepto de muerte.
Es importante tener en cuenta que los niños y las niñas no comprenden la muerte de la misma manera que los adultos (Carrera et al., 2020). Su entendimiento del concepto se va adaptando a lo largo de su desarrollo, moldeado por sus experiencias, las preguntas que hacen, las respuestas que reciben y los intereses e inquietudes que van surgiendo a lo largo de su ciclo vital (Carrera et al., 2020). Por consiguiente, una comunicación efectiva y una información honesta, adaptada a las necesidades del niño, son esenciales para que pueda enfrentar sus miedos de manera adecuada (Francisco, 2018). Pero, ¿cómo hablar con el niño acerca de la muerte? ¿A qué edad el niño tiene las mismas ideas sobre la muerte que un adulto?
¿Cómo Adquiere un Niño el Concepto de Muerte?
Se entiende que los niños y las niñas enfrentan la muerte de manera distinta, dependiendo de su madurez cognitiva (Francisco, 2018). Esto implica que la comprensión del concepto de muerte por parte de los niños se basa en su nivel evolutivo, en lugar de su edad cronológica. Por consiguiente, en correspondencia con Reguera (2019), entender el proceso de duelo en los niños permitirá brindarles un mejor apoyo durante estos momentos difíciles.
Barbara Kane describe tres etapas en el desarrollo del concepto de muerte en niños (Francisco, 2018). La primera etapa se caracteriza por la adquisición de los conceptos de separación, es decir, la comprensión de que los fallecidos ya no viven entre nosotros, y la falta de movimiento, es decir, que los difuntos permanecen inmóviles. En la segunda etapa, se distingue el concepto de universalidad, es decir, que la muerte nos alcanzará a todos y el cese de la actividad corporal, además de la irrevocabilidad, es decir, que la muerte no tiene vuelta atrás, y la causalidad, que inicialmente se relaciona con causas externas, como por ejemplo, accidentes o una enfermedad. En la fase final, el niño puede pensar en la muerte de una manera abstracta, casi como un adulto. Como puede observarse, el concepto de muerte se define multidimensionalmente integrando la comprensión de tres conceptos básicos: universalidad, irreversibilidad y cesación de los procesos corporales. Pero, según Francisco (2018), ¿a qué edad aproximada se adquieren cada uno de estos conceptos?
¿Cuándo Adquiere un niño el Concepto de Muerte?
Etapa Prelingüística (0 - 18 Meses)
En este momento, existe un relativo desconocimiento del significado de la muerte, por lo que no se considera como algo definitivo (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). A pesar de que en estas edades la muerte puede no ser entendida, los infantes pueden percibir lo que está sintiendo la persona que los cuida. Por consiguiente, es crucial que los cuidadores principales reconozcan sus propias necesidades emocionales. Asimismo, es esencial que el cuidador principal se esfuerce por mantener intactas tantas rutinas como sea posible (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). En ausencia del ser querido, la rutina proporciona al infante una sensación de seguridad (Carrera et al., 2020). De lo contrario, el niño puede experimentar cierto grado de confusión, inquietud e incertidumbre cuando estas rutinas se alteran o se cancelan (Carrera et al., 2020). En pocas palabras, de conformidad con Figueroa, Cáceres & Torres (s.f.), la rutina es una fuerza protectora para los infantes en medio de grandes trastornos.
Por otro lado, la muerte se equipara a la separación en un sentido concreto, desde la percepción de que falta algo o alguien (Sánchez, 2013). De esta manera, la separación se experimenta como un abandono y representa una amenaza para la seguridad (Sánchez, 2013). Por consiguiente, es importante evitar la separación física, ofrecer cuidados físicos adicionales para consolar al niño o a la niña y aumentar su sensación de seguridad (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). De esta forma, los pequeños se sentirán amados y protegidos por otra persona (Reguera, 2019). No obstante, en correspondencia con Reguera (2019), es importante destacar que esto no hará que dejen de esperar a que el fallecido regrese, pero les ayudará a superar el dolor y a volver gradualmente a la normalidad.
Etapa Preescolar (18 Meses - 5 Años)
A partir de los dos años, cuando el desarrollo del lenguaje se expande considerablemente, se observa que los niños en edad preescolar tienden a percibir la muerte como un fenómeno reversible, transitorio e impersonal (Paris, 2011). Como resultado, es común que insistan en la posibilidad de volver a ver a la persona fallecida, incluso después de explicarles que esto no sucederá (Reguera, 2019). En esta etapa de su vida, existe la creencia de que la enfermedad es causada por factores externos o accidentes (Francisco, 2018). Además, de acuerdo con Francisco (2018), la muerte es interpretada como un sueño caracterizado por la pérdida de movilidad, una separación o un mal funcionamiento temporal.
Esta etapa también se caracteriza por el pensamiento mágico, es decir, los niños creen que los muertos respiran, comen y se mueven de un lugar a otro (Francisco, 2018). Este tipo de pensamiento puede llevarlos a experimentar la enfermedad como un castigo por su mal comportamiento o por sus malos pensamientos (Francisco, 2018). Dado que los niños en esta etapa son pensadores concretos, es decir, interpretan las cosas tal y como se presentan, es crucial que la información que reciben sobre la muerte se les proporcione en un lenguaje comprensible y sencillo (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). Por lo tanto, se debe evitar el uso de eufemismos como "se fue a dormir" o "viajó al más allá", ya que estas frases pueden no ser comprendidas y, en algunos casos, pueden generar miedo al dormir o durante los viajes largos (Salek & Grinsburg, 2016). En cambio, según Figueroa, Cáceres & Torres (s.f.), deben escuchar que su ser querido ha muerto y que eso significa que ya no podrá volverlo a ver.
En esta etapa, persistirán las preguntas sobre el paradero del difunto o cuándo regresará (Salek & Ginsburg, 2016). No obstante, es necesario proporcionar mensajes claros, que pueden ser suavizados con la idea de que los recuerdos perdurarán para siempre (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). La decisión de utilizar explicaciones religiosas recae en los padres pero, el uso exclusivo de explicaciones religiosas en esta etapa puede resultar ineficaz, ya que los niños requieren explicaciones más concretas sobre la realidad física de la muerte (Salek & Ginsburg, 2016). Teniendo en cuenta que, a esta edad, los niños no siempre pueden expresar sus pensamientos y miedos, estos a menudo surgirán en los momentos más inesperados, como por ejemplo, en sus juegos (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). Conforme con Salek & Ginsburg (2016), es importante destacar que el juego es el lenguaje de la infancia, por lo tanto, el cuidador debe estar atento a lo que los niños intentan comunicar a través de estos.
Incluso, algunos niños pueden regresar a comportamientos inmaduros, como hablar como bebés, chuparse el dedo, volverse apegados o irritables (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). Otros pueden tener arrebatos de ira. Sin embargo, en correspondencia con Figueroa, Cáceres & Torres (s.f.), es importante tener en cuenta que estos cambios de comportamiento probablemente sean manifestaciones de emociones no expresadas, como la confusión o la frustración.
Etapa Escolar (a Partir de los 5 Años)
Durante la etapa escolar, se observa que los niños comienzan a mostrar curiosidad por la muerte y las relaciones sociales (Francisco, 2018). A esta edad, ya comprenden que existen ciertos factores internos que pueden causar enfermedades. Sin embargo, suelen pensar que la muerte es selectiva, afectando solo a los ancianos (Francisco, 2018). Por tanto, es común que piensen que pueden evitar la muerte a través de su ingenio (Paris, 2011). En esta etapa, los niños también tienden a personificar la muerte, asociándola con un esqueleto o con el ángel de la muerte (Paris, 2011). Estas imágenes pueden provocar pesadillas en algunos niños (Paris, 2011). Por esta razón, es crucial proporcionar explicaciones simples y honestas sobre lo que ha sucedido y luego preguntarles qué es lo que entienden (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). Según Salek & Ginsburg (2016),es fundamental que los adultos se tomen el tiempo para aclarar cualquier malentendido o interpretación errónea.
Durante la etapa escolar, los infantes pueden necesitar la ayuda de los adultos para encontrar las palabras adecuadas para expresar sus emociones y encontrar formas que los ayuden a sentirse mejor (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). Por lo tanto, es importante que los cuidadores primarios proporcionen oportunidades repetidas para que los niños se sientan cómodos para hablar de sus sentimientos (Salek & Ginsburg, 2016). Las reacciones comunes a la muerte en estas edades pueden incluir dificultades para concentrarse en la escuela, problemas para dormir y pensamientos recurrentes sobre la muerte (Figueroa, Cáceres & Torres, s.f.). De conformidad con Figueroa, Cáceres & Torres (s.f.), pueden experimentar reacciones físicas como dolores de estómago y dolores de cabeza que pueden ser desencadenados al permanecer en lugares que les recuerden a la persona que falleció.
Entre los 7 y los 13 Años
En esta fase, se observa que los infantes empiezan a entender completamente que la muerte es irreversible, que todos los seres vivos mueren y que ellos también morirán algún día (Paris, 2011). Esta comprensión les lleva a elaborar frecuentemente ideas filosóficas sobre la vida y la muerte, o a buscar el sentido de la vida, aunque su anclaje en el presente les impida imaginarse que algún día les llegará. Al enfrentar y temer a la muerte, están intentando superar sus miedos y "controlar" la mortalidad (Paris, 2011). En esta etapa, la estructuración de la mente les permite entender procesos abstractos, es decir, diferencian entre la fantasía y la realidad (Carrera et al., 2020). Además, toman conciencia de la violencia, de las diferencias en la sociedad y las dificultades que pueden surgir. Por tanto, según Carrera et al. (2020), esta es una etapa en la que pueden desarrollarse altos niveles de frustración.
En otro orden de ideas, los niños entre los siete y los trece años perciben mucho mejor su entorno circundante y, por lo tanto, pueden ser más propensos a buscar compañía en el duelo (Carrera et al., 2020). Ls personas adultas de su entorno circundante deben tener muy claro que, al tener una comprensión de los procesos abstractos, como son los rituales que se realizan después de la muerte de una persona, se les puede explicar sin miedo cuál es el propósito de estos rituales y cómo nos ayudan a despedir al ser querido. En correspondencia con Carrera et al. (2020), ante sus preguntas o inquietudes, es fundamental aclarar a los niños en esta etapa cómo el cuerpo o los órganos dejan de funcionar, ya que esto les ayudará a comprender mejor que la muerte no es una consecuencia de sus pensamientos.
En esta etapa, se están ampliando las redes de apoyo, cobrando mayor relevancia la presencia del círculo de amigos y figuras de autoridad fuera del entorno familiar. Por tanto, no se puede obligar a un niño a aislarse para evitar que expresen sus sentimientos o que encuentren paz por fuerza o costumbre. Este es un momento clave en el que se les debe hacer saber lo importantes que son y lo bueno que es tenerlos cerca. Además, es posible trabajar con niños para construir o fortalecer una estructura de autocuidado con estrategias basadas en la comunicación y el respeto, que les aleje de conductas de riesgo. Asimismo, de acuerdo con Carrera et al. (2020), se debe evitar que la incertidumbre que genera frustración y falta de comprensión de la muerte no les afecte y les impida realizar actividades que solían hacer en el día a día.
Comunicación con el Niño Sobre el Final de la Vida
Hablar sobre la muerte con los niños representa una de las situaciones más desafiantes a las que se enfrentan los adultos (Francisco, 2018). Es evidente que el niño tiene la capacidad de aprender sobre la enfermedad, incluso si se intenta ocultarlo. Por tanto, es importante discutir estos temas con ellos, siempre de manera adecuada a su nivel y respetando sus necesidades. Al utilizar un lenguaje que sea fácil de comprender para el niño, y permitirle compartir dibujos, cuentos o historias, se le da la oportunidad de explorar sus miedos. Según Francisco (2018), esto le proporcionará consuelo, además de adquirir argumentos para contrarrestar la "tentación" de creer que es responsable de la muerte de otra persona por haberse comportado mal.
Una de las habilidades comunicativas más importantes será la escucha activa, ya que muchos niños y niñas hablan de la muerte a través de rompecabezas, personajes de cuentos, series de televisión o cómics (Francisco, 2018). De la misma forma, la comunicación no verbal es importante, ya que los niños pueden usar la postura, el tono de voz o la mirada para expresar sus miedos o sensaciones desagradables que no pueden expresar con palabras. Finalmente, es necesario estar atentos y, a su vez, cuidar la forma en que se comunica con ellos. Lo ideal es que la comunicación sea serena y sin dramatismos. De esta manera, en correspondencia con Francisco (2018), se puede expresar preocupación o tristeza, pero transmitiendo confianza y asegurándoles que estarán acompañados en todo momento.
Referencias
Carrera, M., Gutiérrez, K., Hernández, O., Ibarra, S., Poiré, R., & Sabbagh, L. et al. (2020). Recomendaciones para Abordar el Duelo y la Muerte con Niñas, Niños y Adolescentes. Enduelo.org. Recuperado 7 octubre 2021, a partir de https://enduelo.org/descargas/guia_ninos_enDuelo.pdf
Figueroa, M., Cáceres, R., & Torres, A. Duelo: Manual de Capacitación Para Acompañamiento y Abordaje de Duelo. Unicef.org. Recuperado 4 octubre 2021, a partir de https://www.unicef.org/elsalvador/media/3191/file/Manual%20sobre%20Duelo.pdf
Francisco, J. (2018). El Concepto de Muerte en los Niños y Adolescentes. La Mente es Maravillosa. Recuperado 4 octubre 2021, a partir de https://lamenteesmaravillosa.com/el-concepto-de-muerte-en-los-ninos/
Paris, E. (2011). Etapas del Niño en la Comprensión de la Muerte. Bebesymas.com. Recuperado 4 octubre 2021, a partir de https://www.bebesymas.com/desarrollo/etapas-del-nino-en-la-comprension-de-la-muerte
Reguera, L. (2019). Comprender el Duelo de Nuestros Pequeños: Una Ayuda en Momentos Difíciles. La Mente es Maravillosa. Recuperado 4 octubre 2021, a partir de https://lamenteesmaravillosa.com/comprender-duelo-pequenos-una-ayuda-momentos-dificiles/
Salek, E., & Ginsburg, K. (2016). Cómo Entienden los Niños la Muerte y qué Debe Decir. HealthyChildren.org. Recuperado 4 octubre 2021, a partir de https://www.healthychildren.org/Spanish/healthy-living/emotional-wellness/Building-Resilience/Paginas/how-children-understand-death-what-you-should-say.aspx
Sánchez, I. (2013). La Vinculación Afectiva y el Camino de la Vida. Apego, Pérdida y Psicopatología Infantil. Psiquiatria.com. Recuperado 5 October 2021, a partir de https://psiquiatria.com/trabajos/usr_555289354.pdf
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