La expresión “Cogito ergo sum”, acuñada por el filósofo francés René Descartes, se ha establecido como una de las declaraciones más emblemáticas en la historia de la filosofía, según se documenta en su obra “Discurso del Método” (Ortiz, 2020). Esta proposición no solo ha alcanzado una fama considerable a lo largo de los años, sino que también marca el inicio de una nueva era en el pensamiento filosófico conocida como racionalismo moderno (Ortiz, 2020). Empero, ¿cuál es su significado? ¿De dónde surge esta frase de Descartes?
Significado
La célebre proposición “pienso, luego existo”, originaria del idioma francés como “je pense, donc je suis”, fue posteriormente vertida al latín con la forma “cogito, ergo sum”, que se traduce de manera más precisa como “pienso, por lo tanto, soy (Ortiz, 2020). Esta afirmación trasciende la mera traducción literal y se erige como una verdad indiscutible, constituyendo el pilar fundamental del conocimiento (Ortiz, 2020). En correspondencia con Sidali (s.f.), la duda sobre la propia existencia no puede ser engañosa, ya que el mero acto de cuestionar confirma la realidad de la mente pensante; en efecto, debe existir un ente que piensa.
Origen y Explicación
Para entender el significado de la afamada frase, es imperativo considerar tanto el contexto histórico como las contribuciones del filósofo al racionalismo y a la génesis de la filosofía moderna (Ortiz, 2020). Descartes, un pensador itinerante en busca de nuevos conocimientos, se esforzó por establecer los cimientos del saber filosófico, aspirando a superar las viejas nociones arraigadas en la tradición o en la experiencia sensorial. Sostenía que la razón es la única vía hacia un conocimiento preciso y, por ende, los sentidos no son fiables. Postulaba que, al igual que en las ciencias naturales, la filosofía podría emplear un método para obtener certezas indubitables. De esta manera, intentaba estructurar la filosofía como una ciencia, progresando de conceptos simples a complejos. Para lograrlo, según Ortiz (2020), formuló cuatro reglas esenciales: la primera, buscar claridad y evidencia; la segunda, proceder mediante división o análisis; la tercera, avanzar a través de la síntesis; y la cuarta, realizar una enumeración o revisión exhaustiva.
La Duda Metódica
El primer paso del método propuesto por Descartes es, simultáneamente, el punto de partida para llegar a su famosa afirmación (Ortiz, 2020). En sus Meditaciones, reflexiona sobre sus creencias erróneas y se propone abordar este problema con la esperanza de encontrar una forma de asegurarse de tener solo creencias verdaderas e incluso, aspira a que la investigación científica también produzca únicamente verdades (Miceli, 2018). Para lograr esto, Descartes emplea la duda metódica, un enfoque constructivo y provisional que contrasta con la duda escéptica, que tiende a ser más destructiva y permanente (Galisteo, 2013). La duda metodológica implica no aceptar nada como verdadero sin una clara evidencia, evitando juicios precipitados (Ortiz, 2020). En pocas palabras, en correspondencia con Ortiz (2020), confiar en los sentidos puede ser confuso, y la duda metódica nos ayuda a evitar caer en meras intuiciones.
En Busca de una Certeza Absoluta
Para Descartes, la certeza se define como el conocimiento claro y seguro de algo, sin lugar a dudas (Ortiz, 2020). En su búsqueda de un fundamento sólido para la ciencia, se centró en las verdades indudables, también conocidas como certezas (Galisteo, 2013). Entonces, desarrolló un método para descubrir estas certezas, que servirían como base para todo el conocimiento (Galisteo, 2013). En este contexto, cuestionó la fiabilidad de los sentidos, la realidad misma y la mente, y señaló que cada certeza está sujeta a la duda metodológica (Ortiz, 2020). Así, en correspondencia con Ortiz (2020), se pregunta: ¿realmente existe algo que sea indudable? ¿Existe alguna evidencia para impugnar este procedimiento?
Pienso, Luego Existo
René Descartes, sin lugar a dudas, aceptó un principio irrefutable, una verdad que no admite cuestionamiento (Ortiz, 2020). Toda su filosofía se erige sobre esta base: “pienso, luego existo” (Galisteo, 2013). Esta afirmación posee un doble significado. Por un lado, en medio de la duda, se da cuenta de que no puede dudar de su propia duda; es decir, dudar de que está dudando es, en sí mismo, una forma de duda. Por lo tanto, tiene la certeza de que está dudando. Ahora bien, dado que dudar implica pensar, no puede dudar de que está pensando. La existencia de pensamiento implica la existencia de un ser pensante, ya que los pensamientos requieren un soporte. De esta forma, llega a la conclusión inequívoca de que, si hay pensamiento, también debe existir algo que piensa (Galisteo, 2013). Por consiguiente, en correspondencia con Ortiz (2020), la proposición “pienso, luego existo” puede interpretarse como el punto de partida desde el cual Descartes intentaba demostrar la existencia de otras entidades, basándose en el conocimiento de nuestra propia existencia.
Referencias
Galisteo, E. (2013). «Pienso, luego existo» | La guía de Filosofía. La Guía. Recuperado 7 de diciembre de 2021, de https://filosofia.laguia2000.com/el-racionalismo/pienso-luego-existo
Miceli, C. (2018). “I think, therefore I am”: Descartes on the Foundations of Knowledge. 1000-Word Philosophy: An Introductory Anthology. Recuperado 27 de noviembre de 2021, de https://1000wordphilosophy.com/2018/11/26/descartes-i-think-therefore-i-am/
Ortiz, M. (2020). Pienso, luego existo: significado, origen y explicación de la frase. Cultura Genial. Recuperado 27 de noviembre de 2021, de https://www.culturagenial.com/es/pienso-luego-existo/
Sidali, D. (s.f.). “I Think, Therefore I Am”. Albert Ellis Institute. Recuperado 28 de noviembre de 2021, de https://albertellis.org/2016/06/i-think-therefore-i-am/
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