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Foto del escritorJuliana Eljach

Apoyando al Niño en el Duelo por la Muerte de un Padre o Madre

La experiencia más dolorosa que un menor puede enfrentar en su vida es la pérdida de su padre o madre, siendo este acontecimiento tan traumático que tendrá un impacto significativo en el desarrollo vital del niño, alterando de manera profunda y permanente el curso de su vida (Bueno, 2024). Desde el mismo instante en que ocurre la muerte de uno de sus progenitores, la vida del menor sufre un cambio radical debido a la modificación inevitable del sistema familiar que lo rodea y que le brinda soporte emocional. Sin embargo, Bueno (2024) sugiere que, a través de la implementación de una serie de pautas, es posible proporcionar un apoyo significativo en el proceso de duelo que el hijo atraviesa por la pérdida de su padre o madre.



Cómo la Pérdida de un Progenitor Afecta a un Niño

El fallecimiento de un ser querido deja una herida profunda que, al igual que cualquier otra lesión, enfermedad o herida física, requiere tiempo para sanar, y aunque eventualmente cicatriza, es importante recordar que la cicatriz permanecerá como una marca imborrable de esa experiencia (Bueno, 2024). El duelo que sigue a esa muerte es una experiencia que puede extenderse durante muchos años, afectando a quienes lo experimentan. La manera en que este duelo afecte al niño dependerá en gran medida de las habilidades empáticas y sociales del progenitor sobreviviente, quien deberá asumir la responsabilidad de acompañar y contener al menor. De hecho, según Bueno (2024), cualquier psicopatología que pueda manifestarse en la edad adulta en aquellos que han vivido una pérdida parental en la infancia está correlacionada con la calidad de los cuidados proporcionados por el progenitor sobreviviente tras la pérdida, ya sea que estos cuidados hayan sido buenos o malos.

Si la muerte ocurre de manera repentina o inesperada, la angustia experimentada es aún más intensa y requiere de una atención especial por parte del progenitor superviviente, quien debe estar preparado para brindar apoyo y consuelo de manera adecuada, considerando que la conmoción física que se experimenta al recibir la noticia es real y necesita ser atendida con sensibilidad (Bueno, 2024). De acuerdo con Bueno (2024), para que la herida emocional del niño sane de la mejor manera, es esencial que el progenitor superviviente asegure al menor que no lo dejará solo y que su vida, aunque no volverá a ser la misma, regresará a una rutina lo antes posible, preservando aquellas virtudes de la vida anterior que son beneficiosas, como las rutinas y los límites pertinentes y necesarios para su desarrollo emocional y psicológico.



El Impacto de las Palabras en el Duelo Infantil

"Papá no está, mamá se ha ido al cielo, la abuela se ha quedado dormida para siempre" son expresiones que algunos adultos utilizan para informar a un niño sobre el fallecimiento de un ser querido (Oller, 2020). Los adultos creen que términos como muerte, suicidio o cáncer resultan impactantes para que un niño pueda asimilarlos de manera adecuada. Sin embargo, esta percepción está lejos de la realidad. Si se evita la expresión de ciertas palabras por temor, solo se incrementa el miedo hacia el concepto que representan. Por tanto, se sugiere que se informe a los niños sobre la muerte de un progenitor, familiar, amigo o persona cercana de manera clara y directa. Es fundamental que la palabra muerte se mencione explícitamente en el diálogo entre el adulto y el niño. De acuerdo con Oller (2020), incluso en el caso de los bebés, se debe utilizar la palabra muerte, aunque el niño aún no comprenda su significado.

Es esencial prepararse para posibles reacciones inusitadas por parte del niño (Oller, 2020). Las reacciones que el niño puede experimentar ante esta noticia son diversas. No es sorprendente si un niño muestra comportamientos como querer seguir jugando inmediatamente después de haber recibido la noticia del fallecimiento de su padre o madre. Es completamente normal; esta reacción indica que el niño ha recibido la información, pero aún no está preparado para asimilarla y necesita tiempo para hacerlo. Este comportamiento, que puede extenderse por varias horas, no es exclusivo de los niños. Un ejemplo similar se observa en adultos que, en una casa llena de personas ofreciendo condolencias, deciden ponerse a lavar los platos. En estos momentos,  según Oller (2020), durante la primera fase del duelo, es fundamental que la persona que acaba de recibir la noticia se sienta acompañada.

Es importante diferenciar entre hechos y creencias (Oller, 2020). A diferencia de un adulto, el niño necesita saber que estará bien cuidado y que siempre habrá alguien disponible para responder a sus preguntas después del fallecimiento de su cuidador. Si el niño pregunta dónde está papá o mamá, se le debe explicar que su cuerpo está en el cementerio, que ha sido incinerado y colocado en una urna, o que sus cenizas han sido esparcidas. Si la familia es creyente, puede compartir sus creencias con el niño; sin embargo, es necesario que utilice el verbo "creer", ya que de lo contrario, el niño podría desarrollar pensamientos psicóticos. De este modo, algunos niños pueden evitar volar en avión porque creen que el cielo está lleno de muertos o imaginan que su padre fallecido lo está observando constantemente. En correspondencia con Oller (2020), estas creencias pueden causar una gran angustia.

Es trascendental evitar hacer falsas promesas (Oller, 2020). Después de la muerte de uno de los padres, es común que el niño pregunte al progenitor sobreviviente si también va a morir. En esos momentos de desesperación, muchos adultos optan por dar una respuesta negativa tajante. Sin embargo, de conformidad con Oller (2020), es preferible ofrecer respuestas alternativas como: "Papá / Mamá estaba enfermo; yo estoy bien y espero vivir contigo muchos años".



Guía Para Ayudar a los Niños en Duelo por la Pérdida de uno de sus Progenitores

Ser Sincero y Honesto en la Comunicación

En situaciones donde un niño o una niña no tiene la información completa, es natural que su mente intente llenar los vacíos con fantasías e imaginación (Bueno, 2024). Por esta razón, es fundamental que se le explique lo sucedido de una manera sincera y honesta, adaptando la explicación a su nivel de comprensión y a su edad, asegurando que pueda procesar la información de la mejor manera posible. En este sentido, en correspondencia con Bueno (2024), es ideal que sea el progenitor sobreviviente quien se encargue de esta comunicación, especialmente en las primeras etapas después del fallecimiento del otro padre o madre.

Dejarle Participar en los Rituales de Despedida

Al llegar el momento del funeral, muchas familias tienden a considerar que lugares como la iglesia, el cementerio o el tanatorio no son adecuados para la presencia de niños, ya que pueden resultar demasiado perturbadores o tristes (Oller, 2020). No obstante, se recomienda no excluir al niño de estos rituales, ya que formar parte de ellos puede ayudar a procesar el duelo de manera más saludable. Es crucial, sin embargo, que se le explique detalladamente qué sucederá en cada momento y qué se encontrará en cada lugar, lo cual debe ser hecho por una persona de referencia para el menor. Los niños, independientemente de su edad, deberían vivir estos momentos de manera natural y a su ritmo. En caso de que exprese su deseo de no asistir a la despedida, Oller (2020) menciona que no se debería forzarlo a hacerlo, aunque es recomendable invitarlo a participar en algún tipo de ritual de despedida que le permita comenzar a canalizar su dolor y honrar la memoria del progenitor fallecido.

Proporcionar Seguridad y Tranquilidad Emocional

La pérdida de un progenitor suele generar una gran inseguridad, quien puede sentirse vulnerable ante la posibilidad de enfrentar más pérdidas en el futuro (Bueno, 2024). No es posible garantizarle que no ocurrirán más muertes en su entorno, ya que eso constituiría una mentira, pero sí es posible explicarle que, por lo general, las personas suelen fallecer en edades avanzadas, lo cual puede ofrecerle cierta tranquilidad. Además, es recomendable que se converse con el menor sobre lo que sucedería si llegara a fallecer el progenitor sobreviviente, abordando temas como quién se haría cargo de su cuidado, dónde viviría, y otros aspectos relevantes. De conformidad con Bueno (2024), involucrar al niño en estas decisiones le proporcionará una sensación de control y seguridad en un momento de gran incertidumbre.

Facilitar la Expresión del Dolor Emocional

Las manifestaciones de duelo en un niño o adolescente pueden variar notablemente, abarcando desde episodios de enojo e irritabilidad hasta comportamientos que aparentan una total indiferencia ante la pérdida, como si nada hubiera sucedido (Bueno, 2024). Si el adulto no está seguro de cómo el sufrimiento está afectando emocionalmente al menor, lo más recomendable es pasar tiempo con él y observar sus actitudes y comportamientos, ya que estos proporcionarán valiosas pistas sobre el nivel de desconsuelo que está experimentando. Asimismo, en correspondencia con Bueno (2024), no es raro que el niño o adolescente prefiera expresar su dolor emocional y buscar consuelo en otras personas de su entorno, como un profesor, amigos o compañeros, en lugar de hacerlo con el progenitor sobreviviente.

Mantener Rutinas y Normas

En momentos de gran turbulencia emocional, como es el duelo por la muerte de un progenitor, es crucial que el menor se aferre a las rutinas y normas previamente establecidas (Bueno, 2024). Aunque estas actividades puedan resultar complicadas para el adulto que se encuentra triste y abatido, especialmente cuando la pérdida es reciente, mantener una estructura predecible puede ayudar a reducir el miedo y la incertidumbre que experimenta. Los niños y adolescentes encuentran seguridad cuando tienen claro lo que se espera de ellos. En ocasiones, pueden utilizar su angustia como justificación para comportamientos inapropiados; en estos casos, es importante reconocer su derecho a sentir dolor y tristeza, pero también es esencial, con empatía, enfatizar la importancia de ser responsables de sus acciones y las consecuencias de estas. De conformidad con Bueno (2024), el hecho de estar en duelo no debe ser una excusa para permitir que se infrinjan normas que previamente no se aceptaban.

Fomentar la Salud y Bienestar Personal Como Modelo

El niño requiere de la presencia de un adulto que se mantenga emocional y físicamente saludable para ofrecerle contención y comprensión durante el duelo (Bueno, 2024). Por tanto, es crucial que el adulto cuide de su propio bienestar físico y emocional, y no dude en buscar apoyo externo si es necesario para procesar su pena. De no hacerlo, según Bueno (2024), existe el riesgo de transferir el dolor al hijo, lo cual podría complicar el proceso de duelo para el menor.

Ampliar el Diálogo y Crear Nuevas Vías de Comunicación

Compartir experiencias personales en las que el adulto haya sentido angustia o tristeza, especialmente si vivió la muerte de un ser querido en su infancia, puede ayudar al niño a normalizar y comprender lo que está experimentando (Bueno, 2024). De la misma manera, es esencial escuchar cómo el menor está manejando la situación y permitirle hacer preguntas para expresar sus emociones. Fomentar la apertura de nuevas vías de expresión creativa, como dibujar, escribir, modelar o jugar juntos, puede ser beneficioso cuando las palabras no parecen suficientes para comunicar lo que se siente (Bueno, 2024). En este contexto, la guía "Una Persona Importante ya no Está" puede ser una herramienta valiosa para ayudar al niño a procesar la pérdida de una manera que se sienta segura y comprensible para él. En correspondencia con Bueno (2024), estas nuevas experiencias y formas de comunicación contribuirán a construir una narrativa única y original sobre el proceso de duelo.

Practicar la Paciencia y Permitir el Tiempo Necesario Para Adaptarse

En el contexto del duelo, el sosiego y la paciencia son esenciales, en lugar de apresurarse a intentar olvidar rápidamente o escapar del dolor (Bueno, 2024). La paciencia y el apoyo permitirán que se forme un nuevo vínculo entre el progenitor sobreviviente y el niño o la niña, contribuyendo a mitigar con el tiempo el dolor intenso, el desconsuelo, la aflicción, el shock y la añoranza recurrente. Es beneficioso pasar tiempo juntos creando nuevos momentos, rememorando el pasado, desahogándose mutuamente, o rindiendo homenaje a la memoria del fallecido a través de recuerdos significativos. Facilitar el consuelo mutuo puede ser una de las mejores formas de avanzar en el proceso de duelo. La paciencia, en su esencia, es la clave para que las experiencias se integren o se desvanecen con el tiempo. De acuerdo con Bueno (2024), al pasar tiempo con el hijo o la hija de manera tranquila y reflexiva, se fomentará el crecimiento y la continuidad en la construcción de sus vidas.

Buscar Ayuda Adicional si es Necesario

A medida que los niños y adolescentes aprenden a enfrentar la muerte de un ser querido, es esencial proporcionarles el espacio necesario, comprensión y paciencia para que puedan expresar su dolor de la manera que les resulte más natural (Lyness, 2012). La forma en que los menores manifiestan su pena puede diferir considerablemente de la de los adultos; por ejemplo, un niño pequeño puede no llorar o puede reaccionar con comportamientos problemáticos como hiperactividad, mientras que un adolescente podría mostrar enojo y preferir hablar sobre sus sentimientos con amigos en lugar de con sus padres. Cualquiera sea la reacción del niño o adolescente, es importante no tomarla como un ataque personal. De conformidad con Lyness (2012), enfrentar la pérdida de un ser querido es un proceso que requiere tiempo y cuidado, similar a enfrentar otras situaciones difíciles.

Sin embargo, es fundamental estar atento a cualquier cambio significativo en el comportamiento del menor, como cambios drásticos en la forma en que interactúan socialmente o en su rendimiento académico. Si se observa una alteración considerable, es recomendable buscar ayuda profesional, consultando con un médico, psicólogo escolar o una organización especializada en atención psicológica. De la misma manera, se pueden utilizar recursos adicionales como libros, páginas web, y grupos de apoyo para proporcionar orientación. Lyness (2012) menciona que, aunque los padres pueden proteger a sus hijos de situaciones que impliquen tristeza y pérdida, enseñarles a enfrentar y gestionar estos sentimientos les permitirá desarrollar habilidades emocionales valiosas que les servirán a lo largo de su vida.



Referencias

  1. Bueno, M. (2024, junio 15). El Duelo de un Hijo por la Muerte de un Padre o Madre. Criar con Sentido Común; Criar con Sentido Comun. https://www.criarconsentidocomun.com/duelo-por-muerte-de-padre-madre/

  2. Lyness, D. (2012). Cómo Ayudar a su Hijo a Enfrentar la Muerte de un ser Querido. KidsHealth. https://kidshealth.org/es/parents/death.html

  3. Oller, S. (2020, junio 18). Cómo Comunicar a un Niño la Muerte de Papá o Mamá. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/vivo/mamas-y-papas/20200618/481714212910/nino-muerte-papa-mama.html

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